No penséis mal después de leer el
título. Sugan no es ningún misterio, pero bien es verdad que, una
marcada característica del grupo, entraña uno de los grandes
misterios de la música vasca.
Sugan era un grupo de pop-rock
formado en Beasain, que mezclaba una base de voz melódica con unos
arreglos de piano que le daban un sonido muy marcado y propio.
Cantaban en euskera y castellano, y sus letras trataban temas
amorosos así como otros aspectos de índole reivindicativa, nada
nuevo en realidad, ya que hay un sinfín de grupos vascos que hablan
de lo mismo. Canciones como “Irakurketa” (que fue la sintonía de
una serie de televisión), o “Zarena Zarelako”, tuvieron
bastante éxito en el País Vasco. Hoy en día, parece ser que ya han
dejado de tocar.
Publicaron tres trabajos. El
primero, en el año 2004, fue un largo autoproducido llamado "Itxaropenak". Las otras dos
en cambio, las publicaron bajo e sello de Elkar, el omónimo “Sugan”
en el año 2006, y “Malko Gorria” en el año 2008.
Los componentes de Sugan. De izquierda a derecha: Jon, Garazi, Elixabet, Maria y Víctor |
El grupo estaba formado por tres
chicas y dos chicos. Maria Amolategi se encargaba de las voces
principales, Elixabet Bujanda era la responsable de los coros, Garazi
Zabaleta se sentaba al piano, Jon Eskisabel alternaba guitarra y
bajos, y Víctor Sánchez tocaba la batería. Y aún siendo cinco en
el grupo, los dos últimos chicos y la corista representaban mas el
atrezzo de la banda, que un cierto valor musical o escénico en los
directos del grupo. Y no quiero decir con esto que fuesen malos en
sus respectivos instrumentos, todo lo contrario, pero las otras dos
componentes del grupo se comían la atención de los espectadores.
Una por que hacía las melodías principales a la voz, y la otra por
que era el retrato del talento en un escenario.
Por que si alguien era Sugan, esa
era Garazi Zabaleta. A todos a los que nos tocó ver al grupo en
directo, nos quedó mas o menos claro que la esencia de Sugan se
escondía dentro de las teclas del piano. Exponente de eso es el
opening de la teleserie “Pilotari”, donde podíamos ver a Garazi
acariciar las teclas de un piano, al son de la canción “Irakurketa”,
que aparte del protagonismo habitual del piano, gozaba de un
maravilloso arreglo en el que el talento de la pianista lucía en
todo su esplendor. Y si a eso le sumamos que era ella la que componía
las canciones y las letras, se nos antoja que Garazi era la piedra
angular del grupo.
La otra protagonista del grupo era
la cantante Maria Amolategi. Pero esta, a diferencia de Garazi, no
destacaba precisamente por hacer grandes alardes técnicos encima del
escenario. Y es que, la chica no era especialmente brillante cuando
se ponía delante de un microfono. Y tenía un fallo, un virus que
afecta a una gran cantidad de cantantes femeninas de Euskadi.
Y ahí reside precisamente, uno de
los grandes misterios de la música vasca.
Maria tenía una forma muy
característica de cantar. Cantaba con la garganta y la nariz, sin
usar apenas el diafragma y alardeaba de una manía que afecta a
muchísimas cantantes femeninas del País Vasco: tenía el latiguillo
de que en vez de pronunciar “aa” los bocales, solía meterles un
sonido “ha” o “ja” delante de los mismos. Es decir, en vez de
decir “amor”, decía “hamor” o “jamor”. Aparte de eso,
tenía cierta tendencia a ahogarse cuando cantaba.
Y ahí salía a relucir uno de los
grandes misterios de la música vasca: ¿Por que tantas chicas de
aquí cantan por la nariz y meten el sonido “h” o “j” delante
de las bocales? No tiene lógica, y es que parece que nadie les ha
explicado nunca que eso que hacen se considera cantar mal. Pero menos
lógica tiene que a la gente le guste. Pero le gusta, eso es lo
mejor. Por muy empalagosas que se hagan las canciones.
Empezando desde Lain, hasta un
montón de cantantes féminas de grupos verbeneros que se patean
nuestros pueblos cada verano, todos gozan de la misma manía que la
cantante de Sugan.
Es un gran misterio, el porqué
tantas y tantas cantan así en Euskadi.
Que la voz de Cristina Lizarraga nos
libre del mal, amén.
Así era Sugan, y así es uno de los
grandes misterios de la música vasca.
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